Caminar de noche

Cuál es el objetivo de caminar a deshoras, nos preguntaron. Como si necesitáramos razones para caminar, sea la hora que sea.

El sábado pasado (o viernes, ya no sé bien qué día era) nos reunimos con un veintenar de personas para caminar; la cita era lo suficientemente rara como para asumir que quienes asistiríamos seríamos únicamente nosotros. 1 El recorrido iniciaba a las 4:30 de la mañana de un día de fin de semana; el lugar de reunión era un punto en la carretera frente al Centro Cívico que, aunque dejó de ser “las afueras” de la ciudad hace un buen tiempo, es tan inaccesible que se vuelve simbólico: llegar a Centro Sur sin carro es casi tan difícil como lograr hacer un trámite burocrático2.

 

 

Llueve, pero caminamos.

Aunque la caminata no tenía un objetivo particular, más allá de caminar, sí tenía un recorrido más o menos fijo. En un inicio recorrimos parte de Centro Sur, un sub-centro promovido por el Estado en 1992, que “debía dirigir el crecimiento ordenado de la ciudad” (sic). Caminamos por la Avenida Fray Luis de León, tomamos el Boulevard Centro Sur y giramos en Avenida del Parque; todas éstas, calles de al menos 6 carriles para autos, muros ciegos, estacionamientos en fachada, centros comerciales y una nueva ciclovía que, a falta de banquetas, nos sirvió para caminar. Mientras más llovía, escudriñar por los estacionamientos masivos nos permitió cortar camino y resguardarnos de la lluvia y la oscuridad. 

 

 

La madrugada es imponente.

Llegamos a la central de abastos a las 5 y media de la mañana, lo cual fue al mismo tiempo fascinante y tortuoso: caminamos 30 personas con sombrillas entre lluvia, charcos, diablitos con mercancía y un montón de camiones y carros tratando de encontrar un lugar para estacionar. El mercado se despierta un poco antes que el resto de la ciudad, pero a partir de su movimiento mañanero, la ciudad se activa también. Nuestro deambular lento a través de sus calles puso en evidencia la agitada logística que allí tiene lugar; mientras sorteaban la lluvia los vendedores y los carros, debían resolver también a este grupo que decidió merodear por allí una madrugada, seguro poco tiempo después el ritmo volvió a ser habitual y nuestro tránsito fue olvidado.

 

 

Dejó de llover y, aunque seguía oscuro, ya se veían con mayor claridad las formas de la ciudad, el resplandor se desvaneció y lo que antes era el centro a la lejanía, se fue convirtiendo en nuestro contexto inmediato. A más pasos y más tiempo, mayor actividad: el silencio se convirtió en ruido, los autobuses comenzaron a transitar ya con pasajeros y, en algunas esquinas, se prendía el fuego que calentaría los tamales y el atole para los desmañanados que andaban por ahí en algún lugar. 

Caminamos algunas cuadras de Plazas del Sol y rodeamos el Centro de Justicia hasta salir a Avenida Pasteur para caminar un tramo que se volvió tan aburrido que prácticamente lo corrimos. La experiencia cambió cuando llegamos a Constituyentes, ya casi de día; atravesamos a paso lento la Alameda recién llovida. Y, finalmente, entramos al centro a reconocer sus calles: Vergara sur y el Andador Libertad, hasta Plaza de Armas: 9 mil metros y 2 horas y media después.

 

 

Caminar sin razón.

Claro que la caminata tenía un objetivo, pero éste estaba implícito; descubrir que podemos recorrer la ciudad de otras maneras (y a otras horas) y que el centro no es tan distante de su periferia, que caminar a deshoras nos ayuda a visibilizar lo muchas veces invisible: la gente que se mueve para llegar a su lugar de trabajo y la que apenas regresa para descansar, la que compra y vende víveres al por mayor, la que vigila, la que se emborracha y la que, en vez de casa, tiene la calle. Todas las personas que están despiertas mientras que los demás dormimos. 

 

Caminar juntos.

Y no es solo caminar, sino hacerlo juntos. A diferencia de caminar individualmente, hacerlo en grupo brinda conocimiento colectivo y único: sabíamos que el Centro de Justicia (uno de los lugares menos agradables de la ruta) fue antes la Feria Internacional Ganadera, lo que no sabíamos es que antes de eso, en los años 30, fue posiblemente un autódromo; tal vez es por eso es que la calle tiene forma de 8 y lleva el nombre de Circuito Moisés Solana (un piloto mexicano de Fórmula 1). 

 

La noche puede ser muy tarde para algunos o muy temprano para otros.

Ni caminar ni vivir de noche debería ser una cosa excepcional, sino cotidiana. Lo es en otras ciudades del mundo, donde no solo hay banquetas amplias y cómodas, sino que también se promueven y contemplan las actividades nocturnas, que van mucho más allá de salir de fiesta; para ello se necesitan espacios públicos abiertos, transporte público de noche 3 y actividades las 24 horas que permitan que la ciudad sea más activa y segura.

 

¡Únete a nuestro grupo de caminatas por Querétaro! 

 


 

A la pregunta de Ciudad Adentro sobre qué ocurre en Querétaro de madrugada, respondemos que ojalá ocurran cada vez más cosas o que, por lo menos, podamos salir a caminar.

 

  1. Lo sorprendente fue descubrir que el evento había sido tan popular en la ciudad, que tuvo más de 1,400 personas interesadas en Facebook y una lista de espera de casi cien personas. Lo no tan sorprendente fue que, de las 60 que confirmaron su asistencia, llegaron menos de la mitad.
  2. En esta zona de la ciudad se concentran gran parte de las oficinas del gobierno municipal, el centro de justicia, las sedes del instituto electoral del estado y, próximamente, la nueva catedral de Querétaro
  3. Lo mejor que tiene Querétaro para moverse en la noche es Qrobici, quizás el único sistema de bicicletas públicas en México que funciona las 24 horas.