Jacqueline

Ciudad, cuento

Por Marlen Mendoza

Bebía tranquila y plausiblemente una taza de té hirviendo, siempre le encantó el sabor del jengibre, supo desde que el primer haz de luz traspasó a través de sus párpados, provocándole una ligera molestia, que sería un día memorable.

Marcaba su tierno calendario 2 de julio, la lluvia inclemente azotaba la ciudad, consecuencia de una tormenta tropical con ésta sería la décimo novena en lo que va del año; convirtiéndolo en el más gris y acuoso del cual tenga memoria. Se despojó de su pijama, terminó al taza de té, tomó una ducha breve y como acostumbra, se vistió de alegría y  perfumó de sonrisas, los que harían juego con sus brillantes maxi accesorios.

Abandonó con calma el acogedor apartamento, de decoración ecléctica y enormes ventanales, dispuestos cual si fueran altares para la luz. Reflejo fiel de una mano diestra y prolija, con gusto por el buen diseño. De andar pausado y pisada firme, bajó cuidadosamente las escaleras y tomó la banqueta, abrió firmemente su sobrilla y se dispuso a caminar.

Vislumbraba borrosas siluetas disueltas entre las corpulentas gotas de lluvia –mañana agitada- pensó. Rojos, amarillos, transparentes y los convencionales azul profundo y negro azabache, moteaban contrastantes entre la liviana bruma tiñendo la ciudad de matices grisáceos y pastel.

Paró un momento, contemplaba la escena, a la que se le sumaban los automóviles estáticos consecuencia del tránsito, cientos de transeúntes tomaron la calle, colándose entre los vehículos sin que baches, charcos, coladeras o semáforos importasen, la calle nos pertenece. Ciclistas desmontaban y avanzaban a pie, junto a sus Matildes, Aranas, Teófilas, Ivanas, Ubinas.

Pensó en los pares de calzado estropeados y dedicó un sutil gesto de desagrado para el agua estancada y el fétido hedor que emana, a pesar de ello aspiro hondo percibió también la gélida humedad del ambiente.

A ojos y sombrilla cerrados, recorrió tres cuadras dirección al sur, consiente que al llegar a ese pequeño restaurante estaría por lo menos hecha una sopa, sonriente y complacida entre los brazos tibios de su cómplice de vida, ansiosa de contarle lo que supo desde el momento que la luz se encargó de anunciarle un nuevo día: hoy sería un cumpleaños inolvidable, el cumpleaños del año más gris, entre la calle más concurrida presenció, la danza de los peatones, colores y sombrillas, pero sobre todo agua y calle.


Marlen es Arquitecta egresada de la UNAM, dónde colaboró como docente de la asignatura representación gráfica por un periodo de 3 años. Para el 2010 incursiona en el interiorismo, posteriormente se especializa en diseño arquitectónico, desarrollo y coordinación de proyectos residenciales, ramo en el que se desenvuelve actualmente. Escribe para ArkEopatías, Portavoz y ERRR-Magazine, sus textos se enfocan desde la crítica arquitectónica, el cine y la literatura, reflejando una visión peculiar sobre su relación  con la cotidianeidad y su impacto a nivel social. Se define apasionada por el arte, diseño e ilustración. Cinéfila, melómana y lectora empedernida.