No más puentes peatonales, la ciudad se soluciona a nivel de calle

Movilidad, seguridad vial

Mucho se ha hablado ya sobre los mal llamados puentes peatonales; parece, sin embargo, que hemos estado hablando a oídos sordos.

Gobiernos, desarrolladores e incluso grupos de expertos (como colegios de Ingenieros o Arquitectos) siguen proponiendo y “salvaguardando” la vida de peatones mediante esta infraestructura obsoleta y pensada en un cien porciento para la velocidad y los automóviles (ver Hay déficit de puentes peatonales en Querétaro).

Es necesario cambiar el discurso, ya no solo de los tomadores de decisión, sino también de los mismos ciudadanos (que no necesariamente son “los de a pie”) y medios de comunicación que, desde su desconocimiento, petrifican a la ciudad y estigmatizan a aquellos que no quieren o no pueden tener un auto.

Pero, ¿por qué debemos dejar de construir puentes peatonales?

© dérive LAB

Por congruencia

No se puede tener una ciudad humana o caminable o apostar por una movilidad sustentable proponiendo puentes peatonales para mitigar los riesgos de las personas que caminan por la ciudad. Los puentes peatonales son inhumanos y, en vez de hacer más sencillo, seguro y atractivo el acto de caminar, lo hace más cansado y problemático. Los puentes peatonales denigran a la persona que los utiliza, convirtiéndola en un estorbo para el automóvil que cruza por debajo de ella, sin detenerse y sin hacer ningún tipo de esfuerzo. Las ciudades que mantienen y construyen puentes peatonales no son sustentables, ya que apuestan por una movilidad vehicular, que hace cada vez más complicados otros modos, como el transporte público o caminar y andar en bicicleta.

 

Por eficiencia

Con el pretexto de hacer la movilidad vehicular más eficiente, permitiendo el libre flujo de los automóviles, se limita la circulación, accesibilidad y seguridad de peatones y ciclistas, quienes deberían tener preferencia en todas las calles de la ciudad. Por tal motivo, estos se ven forzados a desviarse por medio de escaleras, puentes y rampas que requieren más energía e incrementan la longitud y duración de los desplazamientos. Evidentemente, dichos factores tienen un impacto mayor sobre los viajes a pie, que aquellos que se realizan en auto.

 

Por costos para la ciudad

Un puente peatonal austero puede costar aproximadamente $1.5 millones de pesos, mientras que la implementación de un cruce seguro, que contemple semáforos, reductores de velocidad, señalización, cebras peatonales, entre otros elementos, puede ser menor a $800,000 pesos.

 

Por democracia

Las grandes avenidas y autopistas, complementadas por puentes peatonales, no solo segregan la ciudad físicamente, sino que dan prioridad a ciertas personas sobre otras, en este caso a aquellas personas que poseen un auto sobre quienes no. Los puentes peatonales discriminan y nos alejan de la idea de una ciudad igualitaria y democrática.

 

Por estigma

Los puentes peatonales permiten la estigmatización de personas, convirtiéndolas en pobres, irresponsables, perezosas, incultas, entre otras. Mas importante aún, permite que en caso de incidente, tanto gobierno, como medios de comunicación y sociedad civil, responsabilicen a quien, por “flojo” o “irresponsable”, decide no utilizar el puente peatonal y cruzar a nivel de la calle, poniendo en riesgo su integridad ante los automóviles.

 

Por velocidad

“La mayoría de los atropellamientos ocurren en avenidas grandes o en vías de alta velocidad, con gran circulación de vehículos, sin semáforos y con puentes peatonales.”

— Hidalgo-Solórzano, E. et al.

La velocidad es el factor más importante para garantizar la seguridad en las calles, una avenida con velocidades muy altas será siempre muy peligrosa, sin importar si existan puentes peatonales o no. Y es peligrosa, no solo para los que caminan o andan en bicicleta, sino para los mismos conductores. Los puentes peatonales invitan a que las autopistas y avenidas urbanas se recorran a velocidades cada vez más altas, mientras que colocar un cruce a nivel, con semáforos y cebras peatonales, permite disminuir la velocidad de las calles, mejorando la seguridad para todos los actores de la misma, así como la accesibilidad para peatones y ciclistas.

 

 

Por comodidad y accesibilidad

Un niño, un adulto mayor o una persona con discapacidad, difícilmente será capaz de utilizar un puente peatonal para cruzar una avenida. Los puentes peatonales niegan la posibilidad a gran parte de la población de moverse con facilidad por la ciudad. Tal situación no se soluciona con rampas o ascensores, pues aún así, estas soluciones implican un esfuerzo extra para aquellas personas que deberían tener prioridad sobre el espacio público de una ciudad.

 

Por seguridad personal

En muchos casos, los puentes peatonales son focos de inseguridad, pues estos son oscuros y mal diseñados. La seguridad personal es otro de los factores por los que muchas personas prefieren no utilizar este tipo de infraestructura.

 

Por seguridad vial

“27% de los atropellamientos ocurren a una distancia de 300 m de un puente peatonal.”

— Reséndiz López, H.D. et al.

La utilización de los puentes peatonales es muy baja, pues, estos son inconvenientes para los peatones. Factores como su mala ubicación, inseguridad, falta de accesibilidad, aumento en el tiempo de desplazamiento, entre otros, disminuyen la probabilidad de que los peatones utilicen dicha infraestructura, por lo que, en su mayoría, los puentes peatonales hacen que las calles sean aún más peligrosas, pues por un lado, los automovilistas no toman precauciones porque tienen vía libre, y por otro, los peatones dejan de utilizar la infraestructura, pues no está pensada para ellos.

 

 

Recomendaciones

La eliminación de puentes peatonales debe ser una de las primeras acciones para lograr una ciudad humana y sustentable. Una acción tan sencilla, que manifiesta que son las personas quienes tienen preferencia en la ciudad, y los automóviles, los que deben adaptarse a este nuevo esquema.

La construcción de una ciudad más humana, aumenta la seguridad, integridad, y garantiza la igualdad de las personas. En una ciudad humana, un incidente no será responsabilidad de quien la transita, sino del diseño de sus calles, banquetas y espacios públicos en general.

Para lograr esto, será necesario en muchos casos cambiar el paradigma de movilidad que persiste en nuestras ciudades; muchos dirán que hay avenidas muy amplias, con velocidades muy altas, en las que no se puede modificar el diseño, sin embargo, son éstas las primeras en las que se debe invertir el modelo, disminuyendo velocidades, beneficiando a las personas, y convirtiendo estas grandes autopistas en avenidas y calles aptas para la vida de una ciudad, verdaderamente humana y sustentable: una ciudad que se pueda vivir a nivel de calle.

Referencias

 


 

Con base en esta información, la Liga Peatonal realizó la campaña #NoMásPuentesAntipeatonales:

© Liga Peatonal