El valor de la banqueta / el andén / la acera

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Por Ximena Ocampo Aguilar

Mucho se ha hablado ya sobre la importancia que tienen las banquetas (de buena calidad) en la seguridad de los que transitamos la calle, sin importar cómo lo hacemos, si es a pie, en bicicleta, en carro o en transporte público. Sin embargo, ese espacio al que llamamos banqueta tiene un valor que va mucho más allá de la seguridad personal de los que la utilizamos, un poder difícil de ver a simple vista y poco explotado en nuestras ciudades hoy en día.

La importancia de este espacio se ha relacionado típicamente con sus cualidades físicas (ancho de banqueta, materiales, ubicación de mobiliario urbano, rampas, etc.), dejando de lado otras características intrínsecas que impactan directamente el cómo utilizamos el espacio, quién lo utiliza y para qué.

Pensemos en ciudades que nos gusta visitar, probablemente sean ciudades históricas, construidas hace por lo menos 100 años. Resulta que en la mayoría de los casos, vamos a estas ciudades a caminar y no lo hacemos solo por la calidad y tamaño de sus banquetas, sino por lo que éstas nos ofrecen al pasar: vemos cafés, tiendas, y sobre todo, más gente; obteniendo experiencia y no solo eficiencia.

Las banquetas son parte de lo que llamamos la esfera pública, la cual tiene un significado más extenso que el espacio público, pues incluye fachadas de edificios y todo aquello que nos encontramos al nivel del ojo. La esfera pública tiene un impacto directo en nuestras experiencias urbanas, pues hacen de nuestras ciudades lugares más o menos atractivos. Piensa, ¿cómo es tu calle o tu barrio a nivel de ojo?

  Fuente: The City at Eye Level. Lessons from Street Plinths   Fuente: The City at Eye Level. Lessons from Street Plinths

Existen investigaciones que indican que si un espacio público es seguro, limpio, atractivo y legible, y si como visitantes podemos deambular y sentirnos satisfechos en él, permaneceremos el triple de tiempo, con mayores posibilidades de intercambio social y económico. Pero, ¿cómo aseguramos que nuestras banquetas -como espacio- ofrezcan todo esto, tanto a visitantes como residentes? Un edificio podrá ser feo, pero si su esfera pública es vibrante, la experiencia de las personas que transitan puede ser positivo. Mientras que un edificio bello, pero con muros ciegos hacia el exterior y con poca actividad en planta baja -a nivel de banqueta-, hace de la experiencia a nivel de calle una experiencia negativa.

Es importante saber entonces que lo atractivo y vibrante de un espacio, en este caso de una banqueta, no radica solo en sus características, sino en lo que los edificios alrededor ofrecen y cómo estos se comunican entre sí; no se trata solamente de un asunto de provisión de infraestructura, sino de diseño arquitectónico y urbano.

Cosas importantes que recordar si queremos atraer gente a la calle:

  1. El diseño de la banqueta sí es importante. Sus cualidades físicas (ancho de banqueta, materiales, ubicación de mobiliario urbano, rampas, etc.) deberán contemplar que ésta sea agradable, segura, fácil de transitar; debe proveer sombra y lugares dónde sentarse.

  2. Diversidad de usos sobre la calle. Entre más usos haya, habrá más gente y de mayor diversidad: diferentes gustos, edades, géneros; personas distintas haciendo cosas distintas a la vez.

  3. Plantas bajas activas. Tener una oferta a nivel de calle nos garantiza que habrá más actividades en la banqueta, que el simple tránsito de peatones. Habrá gente caminando, pero también comprando, charlando, o simplemente observando. Para lograr esto hay que recordar otros tres principios:

  • Traer el edificio hacia la banqueta. La banqueta es importante porque canaliza los movimientos peatonales y obliga a las personas a estar en proximidad, generando más posibilidades de encuentro e intercambio.
  • Hacer el frente de los edificios permeables. Conectar el interior del edificio con la banqueta por medio de ventanas y puertas. La gente atrae a más gente, así que ver lo que ocurre dentro de un local comercial, nos hace acercarnos al lugar y adentrarnos en él; saber que hay alguien viviendo atrás de una puerta o viendo detrás de una ventana, nos da seguridad y aumenta las posibilidades de interacción con otras personas. Un edificio abierto hacia la banqueta es un buen indicador de un barrio saludable y activo.
  • PROHIBIR el estacionamiento al frente de los edificios. El estacionamiento puede estar debajo, atrás o a un lado. Pero las calles atractivas para las personas no tienen carros en el frente, puesto que estos interrumpen la vista y permeabilidad de la calle hacia el interior de los edificios. El frente es para la gente, no para los carros.   

Una banqueta no es una autopista para peatones, es cierto que ésta deberá estar libre de obstáculos para nuestra seguridad y tránsito, pero este espacio (bien diseñado) tiene el potencial de atraer a otros a caminarlo, vivirlo e interactuar.


Ximena Ocampo es Arquitecta, ha trabajado en temas de movilidad y espacio público. Estudió una maestría en Diseño de Ciudad en LSE (London School of Economics and Political Science), donde realizó investigaciones sobre “lo público”, enfocándose en desarrollos de vivienda social como ejemplo de manifestaciones espaciales de inequidad urbana y segregación económica, social y cultural. Ximena es Directora Ejecutiva y Co-fundadora de dérive LAB.